“...Yo
he estado ahí, Remiel. Lo he hecho,
me he puesto la camiseta,
comido la
hamburguesa, comprado
el álbum con el grupo original,
coreografiado a la legión
de los
condenados y orquestado sus
gritos...”
Lucifer Morningstar
en Sandman # 60
de Neil Gaiman
Y Xian se
presentó ante él por primera vez hace miles de años, estaba desnuda, humillada,
pudo descansar por primera vez en doscientos años de agonía constante, y lo vio
por primera vez, era hermoso, alto, rubio, gallardo; era realmente el ángel mas
bello que jamas hubiese existido, y sin embargo el se hacía cargo del lugar de
sus tormentos.
-Has
solicitado audiencia -Dijo el mismo Luzbel dirigiéndose a ella por primera vez,
contemplándola de cabo a rabo, Xian sintió su penetrante mirada proveniente de
sus ojos azules, era esta la característica que le había dado a ganar su
reputación, que reflejaba la corrupción que implicaba ser el Señor de los
Infiernos, y se sintió incomoda, aunque curiosamente no inhibida por su
desnudez, eso no estaba en la mirada de Lucifer.
-Así es
Señor -Contestó serena, no parecía que había estado en el lago de lava de los
condenados- tengo ya doscientos años purgando mi condena, es tiempo ya de
marcharme.
Lucifer la
contempló divertido, y rió mas bien para sus adentros, la miró y por primera
vez mostró libido en su mirada, Xian lo notó y sintió temor, aunque pensó en
que sería interesante hacer el amor con el príncipe de la obscuridad,
-Doscientos
años no son ni un segundo en la eternidad -Respondió el Ángel caido-. Nunca
terminará.
Y con un
ademán de sus manos dos demonios la llevaron de nuevo al lago infernal.
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La segunda
vez que Xian vio al Diablo habían pasado ya cuatrocientos años más, el Ángel
Bello lucía cansado, fastidiado, dos rudas ojeras marcaban su bello rostro.
-Has pedido
verme de nuevo Xian, ¿no has entendido?
-Señor
-Respondió temerosa, aunque ya no tan cohibida por su desnudez, seiscientos
años de castigo la habían situado mas allá del pudor- Ya es tiempo de
marcharme, el lago de fuego ya no es suplicio para mí, he pagado mis culpas.
-¿Y quién
eres tú para decidir eso?
-Solo soy
Xian, y nada más.
Luzbel la
contempló con cierta fascinación, y pensó en lo interesante que sería copular
con esta simple mortal, pero se veía agotado, con un ademán llamó a uno de sus
demonios y ordenó.
-Te concedo
el haber vivido una hora de la eternidad, ahora tendrás otro castigo, ¡llévenla
al potro infinito!
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Mil años
pasaron, y Lucifer fue a ver a Xian, quién ya ni siquiera resistía estoica el
castigo, le era placentero.
-¡Deténte!
-Ordenó al demonio que infligía el castigo- Xian, ¿ya no sufres aquí tampoco?
-No Señor,
creo que ya es hora de partir.
Lucifer la
contempló meditativo, Xian pudo apreciar que se veía más cansado, demacrado,
sus bellas alas eran ya un pálido reflejo de miseria, y su voz, que en antaño
había sido la más hermosa de todos los ángeles se había tornado ronca.
-¿Y por que
crees eso?
-Porque ya
no hay dolor que puedan inflingirme, todo se tornará de un momento a otro en
placer.
-Sígueme.
Y Xian así
siguió al Diablo.
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Lucifer puso
a Xian a trabajar con él por dos mil años inventando nuevos castigos y
tormentos, Xian al principio estaba feliz, era creativa y se sintió viva una
vez más, recordó todo el daño que infligió en vida y que la había hecho
merecedora de su estadía en el infierno, descubrió además que los castigos
psicológicos eran aún más terribles que los físicos.
Pero al
principio del tercer milenio se empezó a aburrir y empezó inclusive a sentir
pena por las almas a las que sometían al castigo, por su parte, Lucifer
continuaba mostrando señales de desgaste, al principio dio señas de
reestablecerse, el haber contratado a Xian le había dado un nuevo sentido a su
labor e incluso había considerado volverse su amante, pero a fin de cuentas era
lo mismo, variaciones de un mismo tema.
Al final del
tercer milenio Xian ya no sentía placer por su labor, sentía repugnancia y
empezó a liberar a las almas más antiguas.
Y así llegó
el momento en que Lucifer ya no aguantó más, renunció, se encaró con el Señor
de la Luz y declaró que era inútil su antagonismo, así que dejó a Xian
encargada del infierno y nunca más lo volvieron a ver ahí.
Xian lloró
ante la pérdida de Lucifer, comprendió entonces que lo amaba, que ese tampoco
era un lugar para ella, y ante su simple deseo el infierno se destruyó, muy
pocas almas escaparon y huyeron a otros reinos, donde los admitieran.
Xian
comprendió entonces que había terminado no solo con su propio infierno, sino
con “El Infierno”, y por eso mismo supo que ya tampoco vería a su amado.
Se envolvió
con una capucha y partió a concluir su eternidad.